San Lucas es una isla, sin lugar a dudas, fascinante.
Los pueblos indígenas solían utilizar la isla como un lugar para enterrar a los difuntos cerca de los años 1500-800 A.C. De hecho se han encontrado jade, oro y piezas de arcilla en este lugar.
Y la isla continua fascinándonos, ya que es un lugar tranquilo y remoto, a pesar de que hay muchos recuerdos dolorosos del brutal pasado, cuando la isla solía albergar una prisión muy parecida a la famosa Isla del Diablo.
Es una de las únicas dos islas en el Golfo de Nicoya que cuenta con agua dulce natural, lo que ha fomentado la diversidad biológica que podemos disfrutar hoy día.
Hay varias tropas de monos congo, así como venados, mapaches, osos hormigueros y otros tipos de mamíferos. Hay numerosas cantidades de murciélagos, al menos ocho especies diferentes, muchos de los cuales viven en las antiguas instalaciones de la cárcel o cerca de ellas.
Ahora es posible visitar la isla y ser testigo de su gran belleza y de la tristeza que alberga.